jueves, 26 de enero de 2012

Cara a cara: Hollywood vs. Europa

¿En qué se basa la supremacía de la industria cinematográfica estadounidense, frente a la europea? Es éste un viejo tema, que ha hecho correr ríos de tinta. Janet Wasko, por ejemplo, en su ya clásico libro How Hollywood Works, ofrece una perspectiva múltiple basada en factores de tipo histórico, cultural, político y económico. Sería inadecuado abundar en todos ellos en este blog. Aún a sabiendas de que cualquier intento de análisis escueto resultará sin duda incompleto y parcial, me atrevo al menos a anotar unas cuantas reflexiones, propuestas desde una perspectiva industrial y comercial.

Ventajas competitivas de Hollywood

Entre las razones que explican por qué la industria del cine estadounidense posee una posición más competitiva que la europea desde un punto de vista económico, deben mencionarse las siguientes:
  • Creciente eficacia de economías de escala, gracias a la concentración vertical (principalmente, producción y distribución, y en algunos casos, también exhibición), a la concentración del mercado y a la diversificación empresarial (fusiones y adquisiciones, creación de grandes grupos mediáticos y de corporaciones multinacionales). Otros aspectos clave son la internacionalización de la propiedad de estos grupos, la dispersión o descentralización de la producción y la autonomía (régimen free-lance) del trabajo creativo y de los otros oficios. En consecuencia, como ha quedado indicado, los grandes conglomerados americanos dominan la industria cinematográfica mundial.
  • La existencia de un extenso y rico mercado nacional, que permite a la industria recuperar una parte significativa de su inversión en su propio territorio.
  • Creciente importancia de los mercados internacionales en la cuenta de resultados de los estudios de Hollywood. Actualmente, entre el 50% y el 60% de los ingresos pertenecientes al mercado cinematográfico provienen del mercado internacional. Como consecuencia, Hollywood ha reforzado su poder de atracción hacia el público foráneo mediante la incorporación de talentos extranjeros (directores, actores) y de las llamadas “producciones fugitivas” (runaway productions).
  • En relación al punto anterior, el aumento de los gastos de marketing y distribución ¾tanto en el mercado propio como en el internacional¾, así como la relevancia de la investigación de mercado para designar campañas promocionales efectivas. Según la Motion Pictures Association of America (MPAA), los costes de distribución (copias y publicidad) de una película típica de Hollywood han escalado de 19,8 millones de dólares en 1996 a 35,9 en 2007.
  •  Las películas se conciben como producto multiplataforma, basado en un concepto de gran potencial (high concept) y con posibilidades de ser explotado como franquicia. La película hollywoodiense ha dejado de ser una simple película para convertirse en un producto susceptible de ser explotado en todo tipo de ventanas comerciales. En este sentido, la industria de cine de Hollywood sigue siendo sobre todo un negocio de explotación de derechos de propiedad intelectual.
  • El universal atractivo de las historias americanas y de los valores que representan. Los gustos del público mundial han sido “americanizado”, gracias a la consolidación de una estructura narrativa típica, un estilo de puesta en escena reconocible, y una poderosa maquinaria publicitaria.
  • La creación de un star-system como herramienta clave para atraer a públicos de todo el mundo. En este sentido, el estrellato hollywoodiense sigue siendo un signo de valor comercial dentro de la cultura popular, controlado por un grupo de pequeñas y exclusivas firmas (las agencias de talentos).
  • La asociación entre el gobierno y la industria y, más en detalle, la alianza entre la MPAA y el Departamento de Comercio estadounidense. Desde una época muy temprana, la industria del cine fue declarada como una “industria estratégica” por el gobierno americano. Desde entonces, Hollywood ha recibido un apoyo constante de la esfera política.
  • Uso de prácticas comerciales cuestionables por parte de los distribuidores americanos en el mercado internacional, a la hora de plantear acuerdos con los exhibidores. Aparte de demandas abusivas en el reparto de taquilla —casi siempre en el caso de grandes superproducciones—, u otras prácticas condenables como la compra a ciegas (blind-bidding) o por lotes (block-booking), los distribuidores americanos han restringido en ocasiones la libertad de los exhibidores mediante la inclusión de cláusulas que afectan a sistemas de liquidación, precios, control de la ventas de las entradas, publicidad de las películas, elección de salas, tiempo de exhibición, y entrega y devolución de las copias —llegando incluso a actuar en algunos países como un auténtico cartel.

Debilidades europeas

En claro contraste con la manera hollywoodiense de afrontar el negocio cinematográfico, el cine europeo sufre varias enfermedades endémicas, entre las que destacan:
  • Primacía del autor o instauración del director como principal —y a veces único— artista, que realiza un tipo de cine que rara vez reúne suficiente público como para recuperar lo que ha costado. En este sentido, las películas se entienden como obras artísticas con clara implicación cultural. Este principio, llevada al extremo, tiene el peligro de convertir el cine europeo en un “gueto cultural”.
  •  Falta de un sentido del negocio, que lleva a un planteamiento erróneo desde el punto de vista económico y comercial: en lugar de equilibrar “presupuestos y mercados” (es decir, gastos e ingresos), la industria cinematográfica europea está acostumbrada a relacionar presupuestos con el dinero público disponible y con preventas a televisión. Los efectos negativos son, por un lado, una cierta “mentalidad de subvención”, que lleva a producir películas poco comerciales y competitivas; por otro, el centrarse en historias excesivamente orientadas al público televisivo.
  • Mientras que, gracias a su alto grado de integración vertical y a la economía de escala, los estudios de Hollywood cuentan con varias fuentes de ingresos y de financiación, y pueden ser por tanto más flexibles a la hora de calcular su liquidez, lograr mayores inversiones en desarrollo y marketing, y mantener un número razonable de fracasos, los productores europeos trabajan normalmente en un solo proyecto, sin contar con recursos para desarrollar otros nuevos ni invertir en marketing. En este segundo caso, por tanto, el riesgo es mucho mayor.
  • En relación con los puntos anteriores, no existe fuentes financieras regulares y eficientes, especialmente en lo relativo a fondos de capital privado. Los sistemas de desgravación fiscal y las firmas de capital-riesgo sólo operan en algunos países y/o en el caso de proyectos de un determinado nivel presupuestario. En ese sentido, la situación financiera de la industria cinematográfica europea tiende a ser frágil y poco consistente para muchos productores.
  • Gran fragmentación del sector de la producción, que conlleva a un escaso número de películas por compañía. Según algunas estimaciones, el 80% de las productoras europeas no acometen más de un proyecto por año. Esto significa que el productor europeo medio no puede contar con una sólida estructura de producción para realizar películas regularmente —como sí ocurre en Hollywood—. De hecho, algunas empresas de producción se crean para un proyecto concreto, o para optar a ayudas o subvenciones.
  • Escasa atención a la fase de desarrollo de los proyectos cinematográficos. Demasiadas películas europeas llegan a la producción sin haberse desarrollado en condiciones, tanto en al guión (reescritura) como a la estrategia financiera (plan de negocio). Esto repercute negativamente tanto en el atractivo comercial del proyecto como su viabilidad económica. Como media, la industria cinematográfica europea invierte en desarrollo menos del 5% del coste de producción, en comparación con el 10% en Estados Unidos.
  • Fragmentación de un mercado que difícilmente puede ser tratado como un todo unitario. Las barreras lingüísticas y culturales impiden que las películas europeas viajen de modo constante y sin sobresaltos. Sólo el 20% de las películas producidas anualmente en Europa alcanzan distribución fuera del país de origen, lo que equivale sólo al 7% del mercado. En el caso de las películas producidas en la UE, obtienen como media el 35% de sus ingresos en otros países comunitarios distintos al suyo propio.
  • La distribución es el sector más débil de la industria del cine europea. El bajo nivel de integración vertical dificulta el desarrollo de estrategias de explotación comercial coordinada. Europa continúa siendo un territorio muy dividido, a pesar de su unificación política, y los públicos europeos aprecian poco el cine de otros países vecinos —en especial, de los más pequeños—. Los productores europeos carecen de poder de negociación cuando se enfrentan a la enorme capacidad de los distribuidores americanos para seleccionar el tipo de películas que quieren distribuir en cada mercado. Esta situación explica la necesidad de contar con distribuidores europeos potentes. Sin embargo, ningún distribuidor paneuropeo ha logrado sobrevivir. Hollywood también procura comprar aquellos distribuidores locales que triunfan, y normalmente lo logra. Un porcentaje importante de las películas europeas no logran distribución en salas dentro de su propio territorio durante el primer año —entre el 50% y el 60% de las películas británicas, el 30% de las alemanas y las italianas, y alrededor del 25% en el caso de las españolas y las francesas.
  • En relación con este último punto, la falta de capitalización de las productoras lleva a no invertir en distribución y marketing —copias y publicidad—. A lo largo de Europa, resulta una práctica común que estos costes recaigan en el distribuidor (adelanto). En términos generales, el coste medio de una campaña de lanzamiento de un blockbuster en Europa se sitúa entre los 400 mil y los 2 millones de euros, mientras que una película independiente puede moverse entre los 15 mil y los 400 euros —una cifra muy alejada de los 25-39 millones de dólares de una película media hollywoodiense.
  • Medidas proteccionistas mal enfocadas o inadecuadas a nivel europeo, en especial aquellas que promueven ayudas directas en lugar de incentivos fiscales. En general, la mayoría de ayudas públicas se dirigen a la producción en lugar de a la distribución. La relación entre valores culturales y competitividad en el mercado sigue siendo una cuestión debatida en el contexto de las políticas cinematográficas europeas.
  • Finalmente, la ausencia de un star-system propio dificulta el atractivo internacional de las películas protagonizadas por actores y actrices europeos, aunque al mismo tiempo es cierto que algunos directores europeos funcionan como “marcas comerciales” en el ámbito internacional. De ahí que ciertos talentos europeos hayan emigrado a Hollywood y desde allí han construido su fama como estrellas internacionales.
Soy consciente de que cada uno de estos rasgos –europeos y hollywoodienses– merecerían sus oportunos matices, y confío en que tengamos oportunidad de hacerlo más adelante. En cualquier caso, como comentábamos en anteriores artículos, comienza ya a ser historia este planteamiento bipolar. La globalización obliga a necesarias simbiosis  –también con sus luces y sus sombras–, en las que sobresalen sobre todo efectos benéficos para la industria cinematográfica europea.

© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog previo permiso del autor.

martes, 17 de enero de 2012

La industria del cine ante al reto de la globalización


Resulta interesante observar cómo la década presente no sólo se encuadra en un cambio de siglo –y de milenio–, sino en los albores de una radical transformación de la industria audiovisual, marcada por el fenómeno de la globalización y la digitalización. Ya lo anunciaban, entre otros, Toby Miller et alt. en su conocido libro Global Hollywood, publicado por primera vez en 2001.
La situación de supremacía de Estados Unidos sigue siendo evidente, como se aprecia al mirar cualquier ranking de los principales grupos de comunicación del mundo. La mayoría están controlados por intereses norteamericanos y poseen entre sus activos un estudio de Hollywood. En conjunto, producen el 80% del cine, del 70% de la ficción televisiva y del 50% de la música discográfica distribuidos en el mundo entero. Sin embargo, no hay que olvidar que estas grandes corporaciones están –o han estado– participadas también por intereses no americanos –como es el caso de Sony Pictures (antigua Columbia Pictures), News Corporation-20th Century Fox o hasta hace poco Vivendi-Universal.
Entre los rasgos que caracterizan la industria cinematográfica mundial, cabe destacar la internacionalización del talento, del capital y de las estructuras de producción; el diseño de películas internacionales por su planteamiento, sus ingredientes o los lugares de rodaje, así como la creación de franquicias que permitan la explotación comercial multiplataforma; los estrenos mundiales simultáneos, apoyados en vastas campañas internacionales de marketing y distribución; y, en fin, la consolidación de un mercado global y de un espectador cinematográfico de perfil internacional. Junto a ello, el gran reto de la industria de contenidos audiovisuales hoy día es la consolidación de nuevos modelos de negocio en un entorno digital (internet), frente a un nuevo tipo de consumidor. Volveremos sobre varios de estos rasgos más adelante.
Todo ello lleva a reforzar la imagen de una creciente “desubicación física” de la industria audiovisual, y en particular, de Hollywood –el Hollywood global se ha convertido, hasta cierto punto, en un Hollywood virtual–. Lo mismo ocurre, en menor medida en el caso europeo, donde el talento y el capital traspasa las fronteras continentales, e incluso las oceánicas. En este nuevo escenario la interacción entre Hollywood y Europa está siendo más intensa, como señala Jean Chalaby: “Toda gran corporación americana ha fijado su vista en la expansión internacional y busca el modo de incrementar sus ingresos fuera del propio territorio. La hibridación es la clave del éxito en esta estrategia”. Y añade: “Las compañías americanas deben su continua presencia en la región [Europa] a su entendimiento y adaptación a las culturas europeas, estableciendo sus bases a lo largo del continente y contratando a personal europeo”.
Así, la vieja rivalidad Europa-Hollywood parece haber dejado paso hoy día a formas más sutiles de cooperación y competencia. Por ejemplo, los grandes estudios de Hollywood, a través de sus filiales europeas, no sólo distribuyen películas europeas, sino también participan financieramente en su producción. Al mismo tiempo, bancos y sociedades de capital riesgo europeos han financiando la producción y las campañas de marketing de grandes producciones hollywoodienses. En cuanto al intercambio de talento y creatividad, no sólo se aprecia por las continuas adaptaciones americanas (remakes) de películas europeas, sino también por el flujo de directores y actores entre ambos lados del Atlántico. Finalmente, la industria europea del cine comienza a emular a su rival americano en la apuesta por películas de gran presupuesto y/o rodadas en inglés, y en la creación de franquicias propias, sin abandonar el fomento de un cine nacional que sigue cosechando un gran éxito popular. También prestaremos atención a cada uno de estos aspectos en futuras ocasiones.
La fisonomía de la industria cinematográfica mundial, por tanto, está cambiando de manera sustancial. La internacionalización del negocio del cine está llevando a difuminar las fronteras entre la nacionalidad de las empresas y de las películas. Así, Allen Scott augura un futuro “panorama audiovisual más multicéntrico y políglota”, es decir, no basado en un único centro neurálgico (Hollywood). De igual modo, la naturaleza de algunas películas recientes –verdaderas simbiosis de talento, dinero y creatividad multinacional– ha hecho que expertos como Thomas Elsaesser proponga sustituir la tradicional dualidad de “cine europeo” versus “cine americano” por el término genérico “cine del mundo (world cinema)”.
Algunos ejemplos serían Alejandro Magno (2004), una coproducción euro-americana (con participación de Francia, Alemania y Holanda, dirigida por un director estadounidense (Oliver Stone),  con un reparto internacional, distribuida por un estudio de Hollywood (Warner), rodada en Tailandia y Marruecos, y postproducida en Francia. O el caso de Youth Without Youth (2007), una coproducción entre American Zoetrope and Pathé, dirigida por Coppola, rodada en Bucarest y dialogada en seis lenguas europeas (sánscrito incluido). Otros casos que tuvieron repercusión mediática fueron los de Largo domingo de noviazgo (2004), película francesa dirigida por J. P. Jeunet y financiada por Warner, que fue ser rechazada como competidora a los premios Césares de la Academia de Cine francesa por haber sido enteramente financiada con capital americano, y que acabó motivando un cambio de la política de ayudas públicas en ese país. Algo parecido ocurrió con la película Private (2004), de Saverio Constanzo, que fue descalificada como representante italiana a los Oscars® por estar dialogada sólo en árabe, hebreo e inglés.


Sea como fuere, la rivalidad entre Hollywood y Europa persistirá bajo nuevas formas cada vez más imbricadas de colaboración y competencia. Sin Europa, Hollywood pierde uno de sus principales mercados y de su fuente de talentos; sin Hollywood, Europa carecería de la maquinaria de producción y distribución necesaria para competir internacionalmente. En suma, y como reza la conocida frase, “están condenados a entenderse”.


© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog previo permiso del autor.

jueves, 5 de enero de 2012

Europa frente a Hollywood: ¿“Matrimonio de conveniencia” o “Durmiendo con el enemigo”?


            Las relaciones entre Europa y Hollywood siempre han despertado en mí un singular interés. Históricamente, se han articulado fundamentalmente bajo un doble prisma económico y cultural, del que se derivan asimismo aspectos políticos y sociales. Al mismo tiempo, a lo largo de un siglo largo de vida, este intercambio puede tildarse de todo menos de equilibrado. Desde el punto de vista económico, por ejemplo, Estados Unidos apenas ha encontrado competidor en aquellos países donde ha desembarcado. Las películas de Hollywood dominan los cines del mundo entero, y proveen a los grandes estudios (majors) de sustanciosos beneficios. Para ilustrar esta realidad, bastaría con señalar que las películas americanas copan cerca del 70% del mercado europeo, mientras que, por contra, los filmes europeos apenas llegan al 5% de la taquilla norteamericana (según datos del Observatorio Audiovisual Europeo). En el ámbito cultural, los filmes de Hollywood han actuado como eficaces difusores de los valores americanos por todo el planeta, logrando la americanización de los gustos del público.
Hablar acerca de las conexiones entre Hollywood y Europa equivale a hablar de las estrategias que la maquinaria hollywoodiense ha desarrollado allende sus fronteras. Como anotaba Gorham Kindem en su libro The International Movie Industry, “la industria cinematográfica norteamericana ha jugado un papel preponderante en los mercados internacionales, animando a los países europeos a adoptar medidas proteccionistas (…) y a diseñar estrategias de marketing para tratar de competir con éxito contra las películas de Hollywood”. Enarbolando la bandera de la defensa de su patrimonio cultural, Europa se ha visto obligada a levantar un muro de contención que asegure no sólo la estabilidad de las industrias cinematográficas nacionales, sino una mínima cuota de mercado. Como respuesta, Hollywood ha impulsado todavía más su estrategia expansiva, aumentando el número de coproducciones internacionales, y consolidando su posición en los países europeos, cual caballo de Troya, gracias a asociaciones con productores, distribuidores y exhibidores locales. Por  tanto, así como en el caso estadounidense la evolución histórica ha sido de expansión y consolidación, el desarrollo de la industria europea del cine, por el contrario, puede calificarse más bien de defensa y supervivencia.
Antes de proseguir, me gustaría advertir sobre la licencia de considerar Europa como un territorio cinematográfico homogéneo desde el punto de vista de la industria y del mercado, sin matizar suficientemente la realidad fragmentada y enriquecedora a un tiempo de sus diferentes idiosincrasias (es decir, tomamos el todo por cada una de las partes). Pienso no obstante que este recurso resulta válido a la hora de realizar comparaciones con la realidad norteamericana (donde en cambio se toma la parte por el todo) y ofrecer así una visión panorámica conjunta.
Desde el punto de vista económico, tal y como se ha visto, en Estados Unidos el cine se entendió desde sus orígenes como una forma de entretenimiento, mientras que en Europa, tras un inicial impulso comercial, prevaleció la visión del cine como obra de arte e instrumento de propaganda política. Hollywood estandarizó un modo industrial de producción en serie a gran escala (sistema de estudios), dentro de un modelo económico basado en el libre comercio, en el que prevalecía financiación privada (capital riesgo). Se trataba de una economía de escala basada en la integración vertical, la concentración industrial y la diversificación del producto. Por otro lado, contaba con un mercado nacional amplio y homogéneo. Su primacía en la conquista del mercados mundiales se debió al establecimiento de redes de distribución internacional y a la considerable inversión en marketing.
En Europa, en cambio, prevaleció un modo artesanal de producción de menor escala, bajo un modelo económico mixto, con predominio de dinero público (subsidios). No puede hablarse como tal de economía de escala, ni de una única y unida industria del cine. Los distintos esfuerzos de crear estructuras paneuropeas de producción y distribución no han dado el resultado esperado. De igual modo, el mercado europeo, lejos de ser homogéneo, está muy fragmentado por razones de lengua y cultura. Esta misma razón ha llevado al escaso éxito del cine europeo en los mercados internacionales. A partir de los años 60, y hasta nuestros días, los estudios de Hollywood, gracias a su papel de principales proveedores de contenidos audiovisuales de ficción y entretenimiento, han actuado como catalizadores del cambio empresarial (formación de grandes corporaciones mediáticas). Europa, en este aspecto, ha ido a la zaga, en una escala menor.
En cuanto al punto de vista cultural, el cine americano, anclado por lo general en una visión optimista y esperanzada, ha funcionado desde le principio como medio de evasión (Hollywood como “fabrica de sueños”). Sus historias, nacidas en una nación de inmigrantes, poseían atractivo universal y, gracias a la popularidad del star-system y de la eficaz maquinaria de marketing, lograron “americanizar” los gustos del público en el mundo entero. Europa, en cambio, formada por una amalgama de diferentes culturas e idiosincrasias, incapaces de fundirse en el crisol de una misma nación, ofrecía un cine de autor más trágico y existencialista, alejado de los gustos del público nacional e internacional.
Esta influencia cultural del medio cinematográfico no pasó desapercibida al poder político a ambos lados del Atlántico. En Estados Unidos se estableció pronto la alianza entre Hollywood y Washington. El cine pasó a ser una industria estratégica, primero desde el punto de vista económico y luego cultural. El hecho de que las películas americanas actuaran no sólo como embajadores de valores democráticos, sino también como vendedores y exportadores de productos autóctonos hizo que se desarrollara una política comercial expansionista, dirigida a conquistar los mercados internacionales. Por su parte, Europa vio también crecer la relación entre el poder político y la industria cinematográfica, solo que en su caso, el cine fue considerado ante todo una industria cultural más que un negocio de entretenimiento. En consecuencia, la intervención estatal ha sido más explícita en forma de medidas proteccionistas (apoyo al cine nacional y barreras de entrada al cine americano), con una estrategia más defensiva. Así, los principales esfuerzos europeos han estado dirigidos a combatir el dominio americano y no tanto a “vender” la propia cultura fuera.
Por otro lado, tras contemplar las distintas etapas históricas que jalonan este primer largo siglo de existencia de la industria cinematográfica, puede concluirse que Europa y Hollywood se han movido en una dinámica de “amor-odio”. La clave está en determinar hasta qué punto este peculiar romance puede considerarse un “matrimonio de conveniencia” o más bien un caso de “dormir con el enemigo” –en especial, en lo referente a Europa, A este respecto, se entiende que en Europa hayan surgido voces críticas que advierten de los peligros de la americanización o hollywoodización de nuestra cultura. En Estados Unidos, por otro lado, se denuncia el empobrecimiento de la cultura autóctona, que pierde sus señas de identidad para adaptarse al mercado internacional a cualquier precio. Finalmente, no faltan quienes, al pensar en la migración de talentos europeos a Estados Unidos, los remakes de películas europeas llevadas a cabo por los estudios hollywoodienses e incluso la financiación de películas americanas con capital europeo hablan más bien de la europeización de Hollywood.
El debate sigue abierto, y sus implicaciones económicas y culturales también. De todo ello seguiremos hablando próximamente.

Quien esté interesado en profundizar en la evolución histórica de las relaciones entre Europa y Hollywood puede acceder al artículo “Europa frente a Hollywood. Breve síntesis histórica de una batalla económica y cultural”, publicado en la revista Doxa.


© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog previo permiso del autor.

domingo, 1 de enero de 2012

Comienza la singladura Hollywood-Europa, Europa-Hollywood


Aprovechando el arranque de este nuevo año 2012, tan apocalíptico para unos y tan cinematográfico para otros, inicia su andadura este nuevo blog. En efecto, aparte de los tintes catastrofistas con que lo anunciaba Roland Emmerich en su película homónima, en los próximos meses celebraremos el centenario del primer y último viaje del Titanic, y con motivo del tal efeméride, asistiremos al estreno en 3D de uno de los largometrajes que han dejado huella en la historia del cine, tanto por su recaudación como por los premios cosechados.

Al igual que aquel transatlántico fue diseñado para conectar las Américas y el Viejo Continente, este blog quiere también servir de puente entre ambos lados del Atlántico. Se trata de un blog especializado en la industria del entretenimiento en sentido amplio (cine, series de televisión, animación, videojuegos). Aunque el nombre haga referencia a dos centros principales de actividad audiovisual (Hollywood y Europa), el tablero donde se juega la partida ha adquirido una escala planetaria. De hecho, son dos los ejes que caracterizan hoy día a la industria audiovisual y explican los profundos cambios que está experimentando: la globalización y la digitalización. Junto a ello, me interesan especialmente las relaciones de cooperación y competencia entre Hollywood y Europa (y, por supuesto, España), contempladas desde un cuádruple prisma: económico, cultural, social y político.

Mi intención no es otra que aportar reflexiones y comentarios semanales en torno a esta industria del entretenimiento, en la que los universos de ficción -sean películas, largometrajes de animación, series televisivas o videojuegos- constituyen la clave del negocio. De igual manera, confío en aprovechar esta ventana para dar salida a textos e ideas publicados en otros medios. Ni que decir tiene que agradeceré todo tipo de comentarios, sugerencias y críticas que los lectores (fieles u ocasionales) quieran hacerme.

Confío en que esta singladura sea más exitosa que la del afamado barco (aunque no llegue al espectacular resultado de la película de James Cameron). Bienvenidos a la esta nueva aventura y que la Fuerza nos acompañe...

© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog previo permiso del autor.