sábado, 24 de noviembre de 2012

¿Deben las televisiones financiar el cine español?

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Hace escasos días, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, aprovechaba un acto de la Unión de Televisiones Comerciales Asociadas (UTECA) para anunciar la creación de una comisión mixta –presidida por el secretario de Estado de Cultura y en la que participarán otros departamentos del Gobierno y representantes del sector audiovisual–, con el objetivo de diseñar un nuevo modelo en la financiación del cine español, “viable y que perdure en el tiempo”. Entre otras cosas, la vicepresidenta afirmó que se revisará la obligación que tienen las televisiones privadas de destinar el 5% de sus ingresos a financiar el cine europeo y español, si bien esta revisión no implicará la desaparición de esta norma; sin más, se introducirán “las modificaciones necesarias a la vista de la experiencia acumulada”. Y para apuntalar el papel que juegan las cadenas en el fomento del cine nacional, la vicepresidenta subrayó también que las “grandes producciones cinematográficas [de estos últimos años] no habrían sido posibles sin la intervención de las televisiones”.
¿Deber solidario o impuesto cultural?
Como se sabe, ha sido éste un punto de fricción permanente entre las cadenas y los productores. Mientras las primeras consideran esta obligación como una especie de “impuesto revolucionario”, los segundos opinan que se trata de un deber de justicia por la licencia recibida. Así se han expresado unos y otros en diferentes ocasiones, de modo incluso beligerante. Para Pedro Pérez, presidente de FAPAE, por ejemplo, el argumento es claro: “UTECA existe en la media en que tienen un enemigo en común, el cine, si no ya se habrían matado. No podemos liberar a las televisiones privadas de participar en la producción de cine nuevo. Son concesiones públicas y gratuitas. Se ha creado un panorama asfixiante tras las fusiones. Los dos primeros grupos del sector (…) acaparan casi el 90%. Y les parece poco. No hace falta entrar en la composición accionarial de los mismos, porque habría mucho que decir. El dinero no es de las televisiones. Está en el mercado. Lo ponen los anunciantes. Ellos son meros intermediarios de una concesión pública. No entiendo porque sacan los tanques cuando se les pide un poco de dinero. Pedirle a quien se beneficia del cine hacer obra nueva no es pecado”.
No opinan lo mismo los representantes de las cadenas. Ghislain Barrois, consejero delegado de Telecinco Cinema, aseguraba hace unos años: “Cumplimos con las leyes. No nos hace ninguna ilusión. Si no fuera por la obligación, y lo digo claramente, no invertiríamos un duro en el cine. Esta obligación es aberrante, nos obliga a invertir en un producto que después no emitimos. Cuando en el 99 apareció la ley, quizás se podía entender, y ni siquiera, pero ahora llevamos varios años sin emitir cine en nuestro canal, y a pesar de esto, estamos obligados a invertir. Es bastante ridículo”. Y más recientemente, el consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, afirmaba que su compañía pierde alrededor de un tercio de lo que invierte en cine y calificaba la norma de destinar el 5% de sus ingresos a financiar el cine europeo como una obligación “absurda”. “Ninguna productora se autoobliga a invertir –añadía–. En un mercado libre, democrático, moderno, uno produce sólo cuando puede”.
Una opinión más moderada manifestaba hace poco Mikel Lejarza, presidente de Antena 3 Films: “Somos un grupo de comunicación que cuenta historias en todos los formatos: cine, televisión, radio e Internet. Dicho lo cual, reivindicamos que el editor pueda decidir con libertad dónde invierte su dinero. La queja sería la misma si la ley obligase a producir deportes o magacines. Esa norma no nos gusta, pero la cumplimos buscando la máxima rentabilidad y haciéndolo lo mejor que sabemos. Con un objetivo fundamental: que las películas sean rentables y sirvan para el prime time” . Para Maurizio Carlotti, vocal de Antena 3 en UTECA, tras 14 años de aplicación del modelo actual y más de mil millones financiados por las televisiones, “el cine español tendría que reconocer la realidad, renunciar al obstruccionismo y colaborar lealmente con las televisiones públicas y privadas en el proceso de crecimiento del talentoso cine español”. Al mismo tiempo, asegura que las televisiones no aspiran a “reducir sus cargas” con el cine español, sino a “a gastar cada euro para crear una industria fuerte sólida y competitiva”, que produzca títulos que triunfen en la taquilla, “y no sólo en los festivales”. “El éxito –concluye– no son 150 fracasos, el éxito son 40 películas que devuelvan el capital invertido y permitan a este sector ampliarse y crecer”.
Condenados a entenderse
Resulta interesante observar los argumentos esgrimidos. La obligación impuesta por la Unión Europea a las cadenas de televisión se basa en el principio de que la concesión de una licencia pública para emitir justifica la exigencia de un “peaje” en apoyo de las industrias culturales –en este caso, el cine–.  Puede tener su sentido. Sin embargo, resulta curioso que no se obligue a las emisoras de radio a destinar otro porcentaje de sus ingresos a la producción de discos de grupos o cantantes europeos. Las cadenas, por su parte, acuden a las leyes del libre mercado, donde la oferta y la demanda se condicionan mutuamente. Por otro lado, este argumento basado en la concesión tiene su peligro o, mejor dicho, su fecha de caducidad. El actual modelo televisivo está cambiando y cuando se produzca la simbiosis perfecta entre televisión e internet, muy probablemente el consumo televisivo principal se realice a través del ciberespacio, que –de momento– no es un bien escaso ni requiere de tutelas del Estado (ni, por tanto, de concesiones).
En cualquier caso, y mientras sigamos con en el actual escenario híbrido, unos y otros tienen su parte de razón. Por un lado, los Estados pueden establecer regulaciones que fomenten sectores que consideran estratégicos para la economía del país o que fomenten o protejan un interés cultural. Por otro, los operadores de televisión deben tener libertad y margen de maniobra para decidir cómo, cuánto y dónde invertir. El caso que venimos comentando –la financiación del cine español a través de las cadenas de televisión–, refleja uno de esos puntos de confluencia en el que chocan intereses contrapuestos y donde debe buscarse el consenso y el equilibrio. Tanto el Gobierno como los productores quieren asegurar que una de las ventanas más relevantes para el cine (regentada por empresas concesionarias de licencias públicas) invierta en la producción de contenidos. Sin embargo, debe articularse el mejor modo para que esta inversión tenga lugar, y completarla con otras vías como el aumento de la desgravación fiscal o el mecenazgo, como ya se comentó en otro artículo anterior.
A las cadenas de televisión les interesa seguir invirtiendo en cine (europeo o español) –como de hecho lo han venido haciendo: coproduciendo a través de sus divisiones cinematográficas–, por dos razones básicas. Primero, porque el modelo de negocio audiovisual se sustenta sobre la propiedad de los contenidos (derechos), de modo que no basta sólo con adquirir los derechos de emisión sino participar en la producción. Los nuevos grupos de entretenimiento aúnan dentro de sí toda la cadena de valor, desde el diseño y creación, hasta la producción y la explotación comercial a través de diferentes ventanas. El cine sigue siendo un contenido muy demandado, y puede resultar rentable si se acierta con los proyectos que se llevan a cabo. Cuando se culmine la implantación del escenario digital y se afiancen los nuevos hábitos de consumo, la competitividad de las cadenas de televisión –convertidas en grandes portales que ofrecen entretenimiento– dependerá de la cantidad y calidad de contenidos propios (producidos o coproducidos). Y ahí, junto a series o programas, tendrá que haber un consistente catálogo de películas.
Se trata, pues, de un “matrimonio de conveniencia”. Así lo reconoce Alvaro Augustin, director general de Telecinco Cinema: “No es una cuestión de reglamentar. Evidentemente, la inversión de las televisiones es fundamental. Si no estuviéramos obligados, la industria en España quebraría. Pero a lo mejor no del todo. Se desplomaría quedando parte de gente que arriesga su dinero, que hace las cosas bien, y que ganaría incluso dinero. En una proporción mucho más pequeña pero con unas reglas de mercado que las fija el mercado y no por obligación”. En efecto, las cadenas no tiene problema en invertir en aquél proyecto cinematográfico que consideran adecuado para su estrategia, pero quieren tener libertad para decidir en cuáles y no sujetarse a una cifra obligatoria que deben gastar porque sí. “Llevamos 10 años con el tema de la obligación –comentaba Barrois tiempo atrás–. He calculado que entre todos los canales alrededor se habrán invertido alrededor de 1.000 millones de euros para apoyar el cine, y puede verse el estado lamentable en el que está. El modelo, el que sea, tiene que ser virtuoso Tiene que fomentar el éxito, y ahora no lo hace”.
¿Resulta el cine rentable para las cadenas?
Según datos ofrecidos por Vasile, desde 1999 Mediaset ha invertido en cine alrededor de 430 millones de euros, y ha perdido en torno a un 35% (habrá que ver cómo queda la cuenta de resultados después de Tadeo Jones y Lo imposible). Por su parte, Antena 3 Films parece más contenta con el funcionamiento comercial de las películas que ha producido. Eso sí, a consta de recibir críticas como que el cine que se hace en este país es el que quieren las televisiones (pensando quizá en Fuga de cerebros o Tengo ganas de ti). “No sé qué hay de malo en que las películas se dirijan al mayor público posible –responde Lejarza–. No entiendo que no tengan como objetivo llenar las salas. Nosotros producimos óperas primas y películas de directores personales. No se nos pueda acusar de hacer un determinado estilo de cine”.
En el fondo, las cadenas de televisión funcionan de modo muy semejante a los estudios de Hollywood: establecen relaciones con el talento (directores, productores) y seleccionan aquellos proyectos en los que confían. Mientras que Antena 3 Films ha preferido comedias, películas de presupuesto moderado y algunas grandes producciones, Telecinco ha apostado en su mayor parte por películas de gran presupuesto y dirigidas al mercado internacional. En cualquiera de los casos, como reflejan las tablas recogidas a continuación, un buen porcentaje de las películas españolas más taquilleras de los últimos años han sido coproducidas por las televisiones (en color salmón figuran las películas coproducidas por Antena 3 y en azúl pálido, las coproducidas por Telecinco).

Fuente: ICAA

© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Consumo de películas en el mundo (y II): pronóstico por regiones y ventanas


En esta segunda parte completaremos algunos de los datos ofrecidos por Screen Digest sobre el consumo mundial de películas, y ofreceremos los pronósticos por zonas geográficas y, dentro de cada una, por ventanas o mercados. De este modo, podemos obtener una interesante fotografía que apunta el previsible comportamiento de un mercado –el del entretenimiento– que está en profunda transformación.
Comenzaremos señalando las principales tendencias:
·    Tal y como veíamos en el artículo anterior, se calcula que para 2015 el gasto por consumo de películas en el mundo a través de las distintas ventanas alcanzará los 69.000 millones de dólares (6.500 millones más que en 2011). Al mismo tiempo, se estima que las ventanas que operen con copias físicas (DVD y Blu-ray) reducirán su facturación a un tercio del total en 2015, cuando en hace unos años alcanzaban el 50%.
·    Se estima que los ingresos por taquilla se incrementarán en todas las zonas geográficas –como ya apuntábamos–, gracias al aumento y mejora de las salas de cine, la expansión del sector de la exhibición en los países emergentes y el encarecimiento del precio de las entradas (en especial, del cine 3D).
·    El consumo de películas a través de la televisión de pago, el vídeo-bajo-demanda o las distintas ofertas de internet experimentará un ligero crecimiento, a un ritmo más lento de lo que cabría esperar.
Veamos con más detalle alguno de estos rasgos, en conjunto y según se aplican a cada uno de los mercados geográficos.
Mercado global: crece el consumo, desciende el volumen de películas
            Según datos ofrecidos por esta firma de consultoría y análisis, el total de operaciones que incluyen pago por películas (salas de cine, televisión de pago, vídeo-bajo-demanda, compra y alquiler tanto físico como digital) ascendió el último año a 12.400 millones a nivel mundial. Esta cifra ha ido ligeramente en descenso (-1,2% entre 2007 y 2011), debido sobre todo a la reducción de los mercados que operan con copias físicas (DVD y Blu-ray). Esta tendencia se mantendrá en los próximos años (véase gráfico 1), donde se estima que estos mercados –que en otro tiempo eran los más rentables– pasen del 43% al 36% del total (entre 2011 y 2015). El hecho de que otros mercados como la televisión de pago, el vídeo-bajo-demanda o internet experimenten un ligero crecimiento, empujarán el volumen total de películas hasta los 12.600 millones, cifra superior al resultado de 2011, pero inferior al de 2007 (13.100 millones).

Fuente: Screen Digest
             Por el contrario, como refleja este gráfico, el total de gasto por parte del consumidor seguirá una tendencia al alza, gracias sobre todo al mercado de salas (theatrical) que, lejos de menguar frente a sus competidores, seguirá aportando un porcentaje sustancial al total de ingresos. La pujante fuerza de los mercados en expansión, los nuevos estándares tecnológicos de proyección y la producción de películas especialmente diseñadas para ser disfrutadas este mercado explican este pronóstico.
            Por lo que respecta al mercado doméstico vinculado a las nuevas tecnologías, pese a existir 632 millones de hogares en el mundo con televisión de pago y 523 millones con conexión a internet, el consumo de películas a través de estos medios apenas ha representado un 6,5% del total en 2011. Los analistas de Screen Digest no creen que vayamos a asistir a un crecimiento exponencial en los años inmediatos.
            En cuanto al diferente peso de las zonas geográficas, como ya se adelantó en el artículo anterior, la primacía sigue siendo de Norteamérica (47%), seguida de Europa Occidental (27%) y de Asía-Oceanía (25%). La presencia de otros territorios como Europa Central y Oriental o Latinoamérica es meramente testimonial (3% cada uno), aunque se prevé que, junto a Asia-Oceanía, sean los mercados que más crezcan proporcionalmente.
Norteamérica: el principal mercado, pese a la crisis
            Estados Unidos y Canadá sigue siendo el principal mercado de consumo de películas. Pese a la reducción experimentada, los mercados físicos seguirán teniendo una importancia capital (véase gráfico 2). Esto se debe, entre otros factores, a la variedad de ofertas de alquiler o compras de películas en DVD o Blu-ray, a través de distintas fórmulas (como Netflix), que se ha traducido en una guerra de precios a la baja. Este hecho, junto a la crisis económica, ha llevado a que el consumo de películas haya descendido de 30 mil millones de dólares a 26 mil, entre 2007 y 2011. Sin embargo, esta caída prolongada se ha visto frenada por el aumento de gasto en el mercado de salas (10.200 millones de dólares en 2011 y una estimación de 12.300 millones en 2015), que pasará del 39% al 45% del total. El aumento de los precios de entrada explica este aumento. Sin embargo,  y no deja de ser curioso, no parece ser un factor disuasorio para el espectador norteamericano medio. De hecho, los norteamericanos siguen siendo los espectadores más asiduos del mundo, con un gasto per cápita en consumo de películas por encima de los 70 dólares anuales como media.

Fuente: Screen Digest
             Por contraste, siendo un exponente del primer mundo, y con altos porcentajes de conectividad a internet y de suscripción a canales de pago (en ambos casos, por encima del 70%), el consumo digital de películas apenas significó el 2% del total en 2011. Para 2015, se espera que los ingresos combinados de ofertas de pago por televisión e internet alcance el 11%.
Europa Occidental: las salas se mantienen firmes
            Desde el punto de vista de número de películas consumidas (1.800 millones en 2011), Europa Occidental es el tercer mercado (por detrás de Asia-Pacífico). Sin embargo, según el gasto por consumo, supera ligeramente al mercado oriental. Los espectadores europeos occidentales gastaron 16 mil millones de dólares en 2011 y se espera que esta cifra se mantenga estable en los próximos años, con un ligero crecimiento (16.700 millones en 2015), tal y como recoge el gráfico 3. Este empuje se debe, sobre todo, al mercado de salas. Se calcula que el volumen de taquilla aumentará de 8.600 millones en 2011 a 10.300 millones en 2015. En cambio, el mercado de copias físicas está en clara recesión –incluso en mayor medida que en Norteamérica– tanto en la modalidad de venta (de 4.900 millones de dólares en 2011 a 3.300 millones en 2015) como alquiler (de 1.300 millones de dólares en 2011 a 1.100 millones en 2015).

Fuente: Screen Digest
             Por otro lado, y al igual que los norteamericanos, los europeos occidentales prefieren alquiler a compra cuando consumen películas a través de plataformas digitales. Así, se estima que los ingresos por alquiler a través de estas opciones alcancen los 1.300 millones de dólares en esta zona geográfica, convirtiéndose en el tercer gran mercado de consumo, por encima del alquiler de copias físicas. La televisión de pago y el video-on-demand (donde se incluyen las principales plataformas que ofrecen cine online) generarán el 8% del total de consumo en películas para 2015.
Asia-Oceanía: un mercado en expansión
            La región del extremo oriente presenta casos extremos singulares, que incluye países muy desarrollados desde el punto de vista de infraestructura audiovisual como Japón, Corea o Australia, hasta gigantes en expansión pero subdesarrollos en materia audiovisual como China o la India. Desde el punto de vista de consumo, existen pues grandes contrastes: desde los precios más baratos a los más caros del mundo, a nivel del consumidor.
En este mercado geográfico se consumieron 5.300 millones de películas a través de las distintas ventanas de pago, una cifra que se estima ascienda a 5.600 millones en 2015. Al contrario de lo que ocurre en los territorios anteriores, el gasto por consumo de películas está creciendo notablemente. En 2011 fue de 15.800 millones de dólares y para 2015 se espera que alcance los 19.400 millones (véase gráfico 4). De este modo, los pronósticos apuntan a que dentro de un lustro, Asía-Oceanía superará a Europa Occidental como segundo mercado mundial en consumo de películas.

Fuente: Screen Digest
              Al igual que en los anteriores territorios, el principal motor de crecimiento en este mercado es la taquilla, que pasará del 57% del total de consumo en 2011 al 70% en 2015, gracias sobre todo al imparable aumento del parque de salas en China e India. Aunque también se aprecia un descenso notable de las ventanas de distribución que emplean copias físicas (tanto venta como alquiler), seguirán siendo el segundo mercado después de la taquilla. Al contrario de lo que ocurre en Europa Occidental, el alquiler físico se mantiene vigoroso; en cambio, la venta de copias físicas es un mercado marginal.
Algunos apuntes finales
            Este análisis prospectivo de Screen Digest es, sin duda, interesante y todo lo riguroso que se puede ser cuando uno maneja pronósticos en un mercado tan incierto como el audiovisual. Sin embargo, considero que deben matizarse o completarse algunas de las afirmaciones contenidas en este estudio, para obtener una fotografía más precisa de la evolución en el consumo de películas a lo largo del próximo lustro.
            Lo primero que llama la atención es el crecimiento sostenido del consumo de películas a través de las salas de cine. Muy probablemente, esto sea así, con independencia de si las cifras finales se aproximan a las estimaciones aquí señaladas. Con todo, no se puede concluir que el mercado cinematográfico sea en mercado en expansión. Como ya hemos indicado, este crecimiento se debe sobre todo al aumento del precio de entrada y a la expansión del sector de la exhibición en países como China e India. El número de espectadores se ha estancado o tiende a bajar en los mercados más desarrollados, que son los que marcarán las tendencias del futuro. Es decir, puede haber un crecimiento a corto o medio plazo, pero esto no garantiza que será igual en el futuro más lejano. Por otro lado, el crecimiento del consumo digital, aunque creciente, parece moverse todavía en unas cifras y porcentajes marginales.  En mi opinión, la migración tecnológica –contemplada aquí desde el punto de vista del consumidor– está resultando más lenta de lo inicialmente augurado, pero es a mi juicio imparable (en detrimento de los mercados que operan con copias físicas). No hace mucho que esta misma publicación ofrecía datos de crecimiento en ese sector que contrastan con lo aquí expuesto, como señalamos en un artículo anterior. A esto se añade los efectos de la piratería y de la actual crisis económica, que afectarán sin duda la evolución del consumo audiovisual (de pago).
            Un último comentario va en la línea de las diferencias notables que experimentarán los territorios mencionados aquí. Mientras Norteamérica y Europa (en su conjunto) seguirán caminos más o menos parejos, Asía-Oceanía y Latinoamérica continuarán ofreciendo profundos contrastes. Los mercados más pujantes serán los que marquen las tendencias principales, porque –en este terreno de los hábitos de consumo– llevan el futuro consigo.


© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Consumo de películas en el mundo (I): signos de esperanza


Suele decirse que en tiempos de crisis o de conflicto bélico el consumo de entretenimiento aumenta o, por lo menos, no desciende significativamente. El ciudadano de a pie se refugia en esos medios que le proporcionan la evasión necesaria, ante la cruda realidad circundante. Así parece suceder también en nuestros días.
Según datos de Screen Digest, el consumo cinematográfico mundial alcanzó los 63.000 millones de dólares el año pasado. En esta cifra se incluye el mercado cinematográfico (salas de cine), el videográfico (Blu-ray o DVD, tanto venta como alquiler), el televisivo (de pago) y las distintas opciones a través de internet (online video-on-demand y streaming). Esta cifra confirma la tendencia alcista de un contenido (el cine) que sigue siendo uno de los preferidos en entre las opciones de ocio y entretenimiento. Sin embargo, como apunta esta misma fuente, debe matizarse un hecho importante: este crecimiento se ha debido a la expansión de los mercados emergentes (Europa central y oriental, Asia-Pacífico y Sudamérica), que palian la contracción de los mercados tradicionalmente más potentes (Norteamérica y Europa occidental), en regresión desde 2007. Aún así, estos últimos siguen representando todavía dos tercios del total del gasto cinematográfico (consumo de películas en los diferentes medios).

Fuente: Screen Digest

Mercado cinematográfico: precio de entrada vs. nº de espectadores
La taquilla mundial alcanzó los 33.200 millones de dólares en 2011, un nuevo récord histórico que supera en 4,5% el del año anterior (31.800 millones de dólares). Sin embargo, como es bien sabido, este logro se debe más al aumento del precio de entrada –de la que el cine en 3D es responsable en un gran tanto por ciento–, que a una mayor afluencia de espectadores. En efecto, el público cinematográfico sigue a la baja. Según esta misma publicación, el número de espectadores en el mundo se redujo en un 2,5% en 2011, sumando 6.800 millones, si bien los analistas achacan este descenso a causas externas a la propia industria (desde la crisis económica a los desastres naturales). Curiosamente, el número de salas de cine aumentó un 3,2% (127.000) con respecto al año anterior, gracias al crecimiento de mercados en expansión como China, Brasil y Rusia, a los que habría que añadir Turquía, Croacia y Colombia.

Fuente: Screen Digest
Tal y como se comentaba en un artículo anterior, los estudios de Hollywood siguen pendientes del funcionamiento de sus películas en las taquillas internacionales. El año pasado, el mercado internacional supuso el 69% del total (22.900 millones de dólares), con China y Japón a la cabeza. Según las predicciones, el gigante asiático se convertirá este año en el segundo mercado cinematográfico mundial, detrás de Estados Unidos.
Mercado videográfico o doméstico
El consumo de películas en el hogar a través de DVD y Blu-ray ha sufrido un ligero descenso. En este caso, los países emergentes no logran aportar una contribución significativa a los mercados occidentales –estancados desde hace un lustro– tanto por el elevado índice de piratería como por la falta de desarrollo de infraestructura. Como consecuencia, Norteamérica y Europa occidental, y en menor medida Asia, siguen suponiendo casi el 90% del total del mercado. Sin embargo, en 2011, los ingresos del mercado videográfico en Norteamérica y Europa occidental apenas supusieron el 30% del total de consumo cinematográfico (un descenso de diez puntos en siete años).
Fuente: Screen Digest

Por lo demás, el comportamiento del consumidor doméstico varía mucho según países. Mientras que el alquiler de películas en vídeo ha mermado considerablemente en Europa occidental, en Japón y Norteamérica sigue siendo una opción de consumo importante, gracias al éxito de nuevos servicios como  Redbox y NCR.
Resistencia al consumo online
Otro dato a tener en cuenta es el lento despegue del consumo online de películas. La compra o alquiler de películas a través de internet supuso apenas un 2% del total de gasto de películas en Norteamérica el año pasado, e incluso un poco menos en los países de Europa occidental. Estos datos contrastan con los pronósticos manejados por algunas consultoras y analistas de negocio. Para Screen Digest, esta realidad se explica tanto por la fragmentación de mercados causada por las barreras lingüísticas y culturales, como por la limitación de la oferta y la mejorable calidad de los servicios. A esto habría que añadir, en mi opinión, la pervivencia de unos “usos y costumbres” analógicos en el consumo, parejos a lo que ocurre con la prensa diaria o la industria editorial.
El cine sigue siendo “el rey”
Un último fenómeno que destaca esta publicación en su breve análisis de tendencias sobre el consumo de películas en el mundo es la preferencia del espectador por la experiencia cinematográfica. Llama la atención que en países emergentes, donde la piratería campa a sus anchas, la asistencia a las salas de cine va en aumento año tras año, obligando a la expansión del sector (sólo en China se abrieron ocho salas nuevas cada día, a lo largo de 2011). Por otro lado, como se ha explicado al principio, el reajuste al alza del precio de entrada en los mercados consolidados palian el estancamiento del público cinematográfico y mantienen una taquilla más o menos creciente.
Como resultado, se espera que los ingresos de taquilla a nivel mundial asciendan estos años de los 32 millones de dólares (el 50% del total de ingresos por consumo de películas) en 2011 a los 41.000 millones en 2015 (59%). De esta cifra, 6.000 millones procederán de Asía-Pacífico, Europa central y oriental y Sudamérica, y 4.000 millones de Norteamérica y Europa occidental –dibujando un nuevo mapa de mercados protagonistas–. De igual modo, se pronostica que el consumo total de películas a nivel mundial rozará la cota de 70.000 millones de dólares para ese mismo año.
Muy probablemente, cuando lleguemos a ese momento, las cifras resultantes no serán exactamente las que aquí se dibujan, pero sí se constará las tendencias apuntadas, con algunos matices. Lo apunto en tres titulares (algunos de ellos ya mencionados en un artículo anterior): 1) Existirá un mayor equilibrio, desde el punto de vista de facturación, entre los mercados consolidados (Norteamérica y Europa occidental) y los emergentes (Europa central y oriental, Asía-Pacífico y Sudamérica); 2) El mercado doméstico tal y como lo conocemos (vídeo y DVD) se reducirá en gran medida, en beneficio de las opciones de consumo online, que se consolidarán como segundo mercado; y 3) Las salas de cine seguirán siendo la opción preferida por el público cinematográfico, si bien se irá produciendo cada vez más una discriminación positiva en el tipo de película que se estrena en salas y la que irá directamente al mercado doméstico.



© Alejandro Pardo, 2012. Quedan reservados todos los derechos. Puede reproducirse el contenido de este blog con permiso del autor.